jueves, 19 de marzo de 2009

Gustavo Adolfo BÉCQUER

BIOGRAFÍA.
Sevilla (España), 1836 - Madrid, 1871. Hijo y hermano de pintores, él mismo practicó la pintura, pero, tras quedar huérfano, se trasladó a Madrid en 1854 para dedicarse sólo a la literatura. La falta de éxito le hizo vivir en la pobreza, mientras colaboraba en periódicos de categoría menor, hasta conseguir escribir en otros de mayor importancia, donde publicó crónicas de sociedad, algunas de sus "Leyendas" y "Cartas desde mi celda". En 1864, fue nombrado censor oficial de novelas, cargo muy bien remunerado. Hacia 1867 escribió las Rimas y, cuando preparaba su publicación, la revolución de 1868 provocó la pérdida del manuscrito, lo que le obligó a preparar otro . Se casó con la hija de un médico, con la que tuvo tres hijos, pero el matrimonio se deshizo en 1868. Bécquer, aquejado de una grave enfermedad desde 1858, se instaló en Toledo, en casa de su hermano Valeriano. Éste murió en septiembre de 1870 y el poeta el 22 de diciembre del mismo año, parece que en realidad de un simple resfriado.

VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS
(Rima LIII)

 

Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez, con el ala a tus cristales,
jugando, llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban,
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
esas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez, a la tarde, aun más hermosas
sus flores abrirán;
pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo, y absorto, y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán!

AL VER MIS HORAS DE FIEBRE
(Rima LXI)

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda, próxima a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aun abiertos
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
una oración, al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa
¿quién vendrá a llorar?
¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?

COMENTARIOS
Un solo libro, publicado después de su muerte, Rimas y leyendas, que Bécquer tenía parcialmente en borrador como "Libro de los gorriones" (no por cierto, "de las golondrinas"), ha bastado para elevar al sevillano Bécquer a las cimas más altas de la poesía. Su exquisita sensibilidad, su don para la gloriosa sencillez, bastan para hacer olvidar sus posibles préstamos de poetas como Heine. Renueva profundamente las esencias románticas, actualizándolas y evitando sus excesos; en Bécquer la naturaleza presta armoniosa su capacidad de concitación al poeta; en Bécquer, lo etéreo y lo espiritual son apoyatura necesaria para llegar a una concepción sensual pero sin estridencias del amor, aun a la erótica en el más hermoso y vitalista sentido, y a una concepción completamente actual de la poesía, "natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra", diría él mismo.