Hace exactamente 40 años, Plácido Domingo aparecía por primera vez sobre el escenario de la Metropolitan Opera de Nueva York en el papel de Maurizio de la ópera Adriana Lecovreur de Francesco Cilea. Domingo, que entonces tenía 27 años, no era el titular para aquella función pero le pidieron que sustituyera a Franco Corelli, que ese día no se presentó en el teatro.
Anoche, esa misma institución, donde fue aclamado por primera vez un 28 de septiembre de 1968, le rindió homenaje con una cena de gala en la que otros grandes nombres de la música le dedicaron arias o emocionados discursos. Entre ellos, el tenor José Carreras, la mezzosoprano Susan Graham, la soprano Patricia Racette y el conductor y director musical de la Metropolitan Opera, James Levine. Para conmemorar este especial aniversario, la institución neoyorquina le encargó al pintor y director de cine Julian Schnabel un retrato de Domingo.
Más atareado que nunca, con dos grandes instituciones a su cargo, la Opera Nacional de Washington y la de Los Ángeles y aún buscando nuevos retos artísticos con los que ampliar su repertorio como tenor, Domingo acudió hace algunas semanas a su cita con Schnabel con un traje bajo el brazo: el que el personaje Adorno utiliza en el tercer acto de Simón Boccanegra de Verdi. "Uno de mis personajes más conocidos es Otelo. Pero también el Adorno de Simón Boccanegra". Con mayas grises, una capa y una armadura, Domingo posó paciente para Schnabel, que también le sacó varias polaroids gigantes, y al cabo de tres horas le dejó marchar. "El Met tiene un largo historial de retratos de artistas ataviados con trajes de la ópera y no necesariamente bien pintados. Algunos son buenos retratos pero otros son el equivalente a lo que se vería en un museo de cera", explicó en The New York Times Peter Gelb, manager de una institución que en los últimos años ha recuperado la tradición de encargar retratos de sus artistas de manos de pintores contemporáneos y reconocidos como Schnabel.
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